lunes, 31 de mayo de 2010

Preparando una taza de té volcánico


Muchas familias a lo largo la fértil costa del sureste de Islandia pueden ahora explicar una buena historia sobre su huida ante la erupción de un volcán. Sin ir más lejos, la del abuelo de Kristín Vogförð, quien estaba pastoreando ovejas en las laderas orientales del Katla cuando éste entró en erupción en 1918, fundiendo el hielo del glaciar e inundando con violencia ríos y campos.

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